By gestionsigwebNoticias
Cómo sobrevivir a un verano sin vacaciones
Existen varias alternativas para soportar las jornadas laborales sin que sean un martirio
No es tan terrible quedarse en la ciudad trabajando mientras la mayoría está de vacaciones. Hay cosas peores. Permanecer pálida, con ojeras y arrastrando los pies como zombi en la oficina es solo cuestión de cambiar la actitud, salir del pozo negro y movilizarse.
Porque se puede sobrevivir y no caer en frustraciones ni estados de envidia profunda porque todo el mundo se divierte, menos tú. Para hacerlo hay que ser precavida y ponerse pequeñas metas, que van desde cuidar el aspecto personal con algún tratamiento, tomar un curso interesante, hasta hacer limpieza del closet en la casa y en la oficina, poner en orden los papeles y archivos del computador.
“Debes tomar precauciones y planificar tu verano sin vacaciones declaradas. Lo que recomienda y que debiera ser una regla para todo el año es incluir todos los días una actividad recreativa; por breve que sea tiene que ser significativa para la persona”, comenta el psicólogo Francisco Rivera (yogaypsicoterapia@gmail.com).
El especialista alienta a reflexionar sobre qué cosas se quiere hacer en el tiempo libre de las tardes y fines de semana, y que esos momentos no sean cargados con obligaciones o trámites. Eso, dejarlo para un solo día y el resto salir de la rutina, apagar la TV, hacer algo distinto.
“A veces es bueno destinar recursos para esas actividades, asignarle un valor determinado y que no sea al azar, por ejemplo, tomar un taller o curso formativo que siempre quisiste. También sirve ocupar las redes sociales para conocer panoramas gratuitos y pasear harto, leer, nadar, mojarse con la manguera, visitar a la familia y los amigos donde estén, y si se encuentran en la playa o cerca, mejor, sirve de excusa para salir”, recomienda.
En ese sentido, Mauricio Onetto, docente y terapeuta de disciplinas holísticas (www.centroholistico.cl) plantea lo significativo que pueda ser, salirse de la vida rutinaria marcada por reacciones que siguen el entorno social y familiar, para vincularse con los propósitos personales.
“Creo que este tiempo es una oportunidad de conexión con uno mismo y vivir esa experiencia, sirve para proyectarse hacia el futuro tanto en el trabajo, los estudios y tener claro cuáles son mis metas personales. Si no sabes, tienes que redescubrir lo que te gusta hacer y hacerlo, porque eso te conecta con el goce, el disfrute y el compartir con los demás”, anima.
El tiempo libre
Con los días de sol las ganas de estar en otro lugar se acrecientan, pero no cabe duda que es un alivio constatar que las ciudades están más ligeras, no hay tacos, no hay apuro y en muchas labores baja la carga de trabajo.
Tener esa conciencia sirve para estar más flexible y ensayar nuevas formas creativas de enfrentar el trabajo sin la presión de marzo, por ejemplo.
“Este es un tiempo de transición y que sirve para pensar en qué cambios quiero hacer, finalizar la lista de pendientes, aprovechar de comer sano con todas las verduras y frutas de la estación, y, sobre todo, proyectar las próximas vacaciones y pensar en qué hacer los fines de semana largos que se vienen, que este año serán varios”, sostiene el psicólogo.
Al mismo tiempo, Francisco Rivera llama a evitar los excesos de comida, trasnoche, alcohol, internet, TV y poner ojo con las compensaciones. Decir “cómo no estoy de vacaciones me premio regalándome esto o comiéndomelo todo”, no es buena estrategia -aclara- porque después cuesta perder los kilos y se desequilibra el presupuesto.
En esa línea, incita a estar un poco menos ubicable y dejarse ratos del día para no contestar el teléfono y decidir después cuándo llamar de vuelta. “Tomar más el control de mis tiempos y mis decisiones y estar menos a merced del jefe o del cliente dentro de lo posible”.
En síntesis, para disfrutar el tiempo libre y el verano, hay que ser ordenado y ordenada, planificar, movilizarse y ajustar los presupuestos que bajarán las ansiedades y cambiarán esas caras largas, que a nadie le sientan bien.
Por Francisca Vargas V.
12 de febrero de 2012